Review de «The Office» (2005-2013)

TE ENCANTARÁ (ESO DIJO ELLA).

Si alguna vez has oído hablar de Dunder Mifflin, sabes que la compañía de papel más famosa tiene su sede en Scranton, Pensilvania. La comedia americana, inspirada de su homologa inglesa inventada por Ricky Gervais (The Office UK), cuenta con 188 episodios repartidos en 9 temporadas. La serie catapultó a varios actores a una fama de por vida, especialmente Steve Carell, John Krasinski, Jenna Fischer y Rainn Wilson. Creada por Greg Daniels, The Office narra las vidas de los trabajadores de la empresa de papel Dunder Mifflin, al estilo mockumentary.

LO BUENO DE THE OFFICE

Lo que diferencia a The Office de muchas otras comedias es el hecho que se siente auténticamente real. No hay risas enlatadas, no hay banda sonora (a excepción de esa mítica canción que sirve de introducción), y las reacciones de cada personaje dan la sensación de que son completamente genuinas. Cada personaje ofrece facetas con las que todo el mundo puede sentirse identificado hasta cierto punto. El hecho de que todas las historias ocurran en un entorno de lo más normal, ordinario y libre de situaciones extraordinarias le da un toque único. La gente que ve esta serie lo hacen sabiendo que lo que van a encontrar es mucho humor, pero es extraño, porque a diferencia de otras sitcoms como lo puede ser Como conocí a vuestra madre, en la que siempre estamos buscando al amor de Ted Mosby, The Office ofrece algo distinto.

Nunca sabes cuál es el objetivo de The Office. No sabes lo que te vas a encontrar, y de cierta forma, tiene muchísimo más mérito, porque sin saber realmente lo que te van a dar, termina por gustarte. Creo que eso vale mucho más que tener ya una idea pensada que se va desenvolviendo. Bien es cierto que hay tramas que se conectan a través de varios capítulos, como puede ser la historia de Jim y Pam, pero The Office nunca cae en tramas personales que puedan definir el devenir de los capítulos. Cada episodio se siente diferente del anterior, y esa es la gracia.

Es extraño, porque la gente que ve The Office lo hacen para alejarse del mundo en el que viven y terminan entrando en uno bastante más aburrido, que poco tiene de interesante y en el que uno no pensaría como su lugar idílico para trabajar y pasar el resto de sus vidas. Pero esa es la magia de esta serie, supongo; que no todo es aburrido. En el último episodio, Jim no lo puede poner mejor:

“Imagínate ir hacia atrás y ver una grabación de tu vida entera. Puedes ver como cambias, cometes errores, y creces. Podrías ver como te enamoras, como te conviertes en marido, en un padre.”

Jim Halpert, T9 E23

La clave del éxito de The Office reside en que, mientras si que es cierto que hay episodios que presentan situaciones inusuales, todos se basan en momentos que hemos vivido, estamos viviendo, o que incluso podríamos vivir (y que, al volver a ver la serie otra vez, esos momentos pueden resonar con nosotros de manera mucho más intensa que otras veces). Por muy locura que nos pueda parecer ver a Michael intentando escapar de Scranton en el primer tren que ve, es algo que va mucho más allá de un simple momento humorístico.

No nos pasamos tres temporadas enteras esperando a que Jim y Pam al fin empiecen a salir por nada. Es todo un proceso que gana enteros al tardar ese tiempo en hacerse realidad, en estar tanto tiempo en una cuerda floja y por el cual la audiencia se tira de los pelos al ver casi como ambos personajes van por caminos distintos al final de la tercera temporada. Eso jamás lo puedes lograr con una película.

Hay otra característica de The Office que me parece francamente remarcable y no es otra de aprender de sus errores para poder estabilizar el rumbo de un personaje, o de la serie, mismamente. Dos ejemplos de ello son los personajes de Michael y Andy. El primero es el jefe de la sucursal de Scranton de Dunder Mifflin, y sin saber muy bien cómo, tiene algo que permite que sus trabajadores sean los más eficientes. Michael sufre su mayor cambio en la segunda temporada. Pasa de ser una copia calcada de su homologo inglés David Brent a ser Michael G Scott. Los guionistas entendieron que una copia, siempre va a ser eso, una copia (por muy buena que sea). Michael deja de ser un intento de personaje para ser él mismo, juntado con que Steve Carell hace un trabajo extraordinario.

Hay gente que dice que hay ciertos actores que nacieron para interpretar a ciertos personajes, como puede ser Robert Downey Jr con Tony Stark. Pues bien, es rematadamente imposible pensar en otro actor que pudiera dar vida al estrafalario Michael Scott que no fuese otro que Steve Carell. Su evolución es entrañable, pasando de ser un adulto con mentalidad infantil, a entender que cada uno tiene su espacio personal y mostrar agradecimiento por cualquier acción que suponga un esfuerzo, por muy pequeña que sea. Y todo esto se cierra con él habiendo encontrado su amor correspondido con Holly Flax, dejando Scranton atrás para empezar una nueva vida con ella.

Si nos fijamos en el personaje de Andy, pasa de ser un vendedor con problemas para gestionar su ira, a un personaje de lo más gracioso y agradable de ver en pantalla. Se convierte en un fijo a partir de la tercera temporada, aunque empieza con el pie izquierdo. Era de lo más molesto ver antes de que se fuese a terapia. No obstante, al volver, el cambio que sufre el personaje es de lo más notable, y sobre todo porque es una clarísima mejoría. Vendedor bastante malo y un auténtico showman con grandes dotes para cantar, Andy siempre ofrece una pequeña porción de ingenuidad a la hora de tomar decisiones y de explicar sus temores.

No es ninguna coincidencia que los creadores de The Office le escogieran para suplir a Michael en la silla del director regional de Scranton: es el que más se parece a él. Actúa muchas veces de una forma muy similar a la que Michael lo haría, añadiendo que también proporciona esos momentos incómodos que no quieres ver, pero que al mismo tiempo necesitas saber como termina.

Termina por ser un personaje con el cual muchos de nosotros nos sentimos representados, debido a la nostalgia que siente por su vida anterior en Cornell y la cual siente que no puede recuperar; dándose cuenta una vez que los mejores años de su vida los ha pasado en el sitio donde rememoraba sus supuestos mejores años, con personas con las que no se imaginaba que iban a estar a la altura de sus amigos de la universidad. Todo culmina en su última frase para la serie, que resume muchas etapas de nuestra vida:

“Pasé tanto tiempo en Dunder Mifflin pensando en mis viejos amigos, en mi antiguo grupo de a cappella. Lo raro es que ahora, estoy justo donde quiero estar. Tengo el trabajo de mis sueños en Cornell y aún así pienso en mis viejos amigos. Solamente que son los que conocí aquí. Ojalá hubiese alguna forma de saber que están en los buenos tiempos antes de que se terminen.”

Andy Bernard, T9 E23

Comenté que Carell nació para interpretar a Michael Scott. Puedo decir con total exactitud que actores como John Krasinski es el Jim perfecto, de la misma forma que lo es Jenna Fischer para el personaje de Pam. Absolutamente todos los actores y actoras son increíbles en sus respectivos papeles, y lo digo muy en serio. Es imposible pensar en otro actor que no sea Brian Baumgartner como Kevin Malone, o Angela Kinsey como Angela Martin.

Pero si hay uno que destaque un poquito por encima del resto, y quien asumió el mando de The Office una vez Michael se va, no es otro que Rainn Wilson en el papel de Dwight Schrute. Brilla con más luz propia durante las últimas temporadas, y es que Dwight se convierte en un personaje (literalmente). Termina pidiéndole a Jim ser su padrino el día de su boda, dejando atrás una legendaria rivalidad con él.

Ver cómo Dwight obtiene por fin el título de director regional, así como una vida llena de felicidad al formar una familia con Angela es de lo más bonito que tiene esta serie: Dwight deja de ser un personaje con apenas algo de empatía a ser uno de los que más le importa la vida de quienes le rodean. Rainn Wilson hace el papel de su vida y es más que suficiente como para saber lo pedazo de actor que es.

Si hay algo por lo que The Office destaca es por su humor. Creo que, además, al ver esta serie durante los tiempos que corren, gana muchísimo. Atrevida y sabiendo diferenciar perfectamente el objetivo y objeto de cualquier broma, The Office no tiene problema en tener diálogos que dejan ver al descubierto la ignorancia de Michael en temas delicados como puede ser la homosexualidad de Oscar, o su origen hispano. Mismamente, la frase “Óscar, eres gay” seguramente hubiera significado el fin de la serie a día de hoy.

LO NO TAN BUENO DE THE OFFICE

The Office tiene unas cuantas fallas, pero se pueden contar con los dedos de una mano. La primera de ellas es la primera temporada, que intenta ser lo mismo que The Office UK (sin mucho éxito). Tal fue el caso que la comedia pendía de un hilo y solamente el cambio radical que tomaron logró salvarla, al convertirse en un mockumentary diferente al inglés. La segunda de ellas es el cambio drástico que sufre el personaje de Andy Bernard en la novena y última temporada.

Andy es un personaje que a medida que transcurrían los capítulos, se iba ganando un hueco en el corazón de todos al ser alguien que había logrado convertirse en mejor persona. Pero el hecho que se fuese en barco durante tanto tiempo, dejando a Erin de lado y convirtiéndose en alguien guiado por el rencor y tan creído no está en línea con el Andy que conocemos. Juntando eso que hace que la trama que se viese en la temporada 8 donde Andy arriesga su puesto por volver con ella, creo que esto fue un paso en la dirección equivocada. Entiendo que Ed Helms tuviera que irse a grabar R3sacón con Todd Philips, pero creo que la ejecución se pudiera haber (mucho) mejor.

Y por último, tengo que resaltar el conflicto que tienen Jim y Pam en la última temporada. No estoy en contra de enseñar como hay elementos que pueden tensar la relación entre dos personas, pero si que estoy en contra de la decisión de hacerlo en ese momento. The Office había sufrido una bajada considerable en cuanto a audiencia durante la octava temporada después de la baja de Steve Carell, y los guionistas reciclaron la relación de Jim y Pam para dar un susto final a los espectadores. Repito, no hay problema en que Jim y Pam tengan sus diferencias y momentos de tensión: todas las relaciones pasan por ello. Me gustó que se enseñase porque es lo más normal del mundo.

Pero sé que en el fondo no fue algo que se tenía pensado hacer, y que, además, no se sentía honesto. Se nota que es un recurso narrativo para hacer que la audiencia volviese a subir, y sirve un poco de anzuelo para los espectadores que habían dejado de ver la serie. Si hubiese llegado en otra temporada, lo hubiese anotado como algo positivo. Pero no me gustó que se usase de forma tan barata, porque ese arco estaba cerrado desde la temporada 6 (que es cuando se casan).

EN RESUMEN

The Office narra la simple y aburrida vida de los trabajadores de Dunder Mifflin en Scranton. Sin nada interesante que pudiese pasar en la empresa, personajes como Michael, Jim, Pam, Dwight o Andy sirven de fiel reflejo de las muchas cosas que hemos hecho, hacemos, y nos gustaría hacer. Indaga en los problemas que tenemos todos y es hasta angustioso ver como se termina una serie tan bonita. Notas que lentamente se va apagando una llama que empezó hace nueve años, con la cual has vivido miles de historias diferentes y sientes haber vivido los momentos más especiales de la vida de todos los personajes. Atrevida y llena de humor, The Office nos recuerda que hay mucha belleza en cosas ordinarias.

NOTA FINAL: 9/10