Tengo que aclarar que cualquier película es subjetiva de diferentes interpretaciones y que todas son posibles, pero para mi gana la que más lógica tenga dentro de una historia, y es con la cual me quedo y defenderé hasta el momento que alguien me logre convencer con argumentos de otra interpretación.
Esto es una opinión y no trato de convencer a nadie, sino dar un punto de vista que quizás no se ha tenido en cuenta. 

Decir que la cinta dirigida por Rian Johnson es una película divisiva, es una atenuación. La película encantó a la crítica, pero dejó muy divididos a los fans. Después de ver El Ascenso de Skywalker, hay varias cosas que se pueden destacar. La primera, que es posible hacer una película con una estructura lógica, con personajes que obtienen desarrollo y que funciona de forma coherente, a pesar de los errores que pueda tener. La segunda, que una película que intenta englobar dos historias en una sola, con el único objetivo de divertir al fan, va a terminar siendo un largometraje de poca calidad, superficial, y que casi descoyunta toda una saga. Lo tercero y último; gracias, Rian Johnson. 

En su día escribí una crítica bastante detallada de la película, pero ahora que ha salido la última entrega de la historia de los Skywalker, debo decir que, sin lugar a dudas, el Episodio VIII es el más sólido de la reciente trilogía de Disney. Es obvio que no es una película perfecta, que tiene errores, que a veces se puede hacer un poco espesa, pero que, de forma general, engloba lo que es una película de Star Wars: una aventura de ciencia fantástica, intensa, extraña y lo más importante, que te hace sentir diferentes emociones.

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La película te hace sentir frustrado, pensativo, a ratos incrédulo, y finalmente con ganas de más. Es debatible que el final de la película encasilla un poco al director del siguiente episodio, pero si se usan los ingredientes que Johnson deja, hay muchísimo material como para hacer un largometraje más que decente, y de mucha más calidad que el que salió el pasado 19 de diciembre del 2019 en cines. La clave de esta cinta es que no está hecha para que los fans vean lo que quieren ver. ¿Para qué vas sino? Las películas te tienen que hacer debatir sobre temas que tienes interiorizados, llevarte por caminos inexplorados, ayudarte a ver diferentes puntos de vista, y, sobre todo, no tienen por qué ser como tú te lo has imaginado. Lo mejor de todo es que una película te puede llegar a gustar sin ser lo que te has imaginado, y aun mejor, sin ser como tu quisieras que fuera. Porque eso fue lo que me pasó con Los Últimos Jedi. De primeras pensé cosas como “esto no ha sido lo que me esperaba”, “no ha habido escenas de Luke demostrando lo poderoso que era con un sable laser”, o incluso “parece que todos los personajes fracasan”.

Y realmente, todas son ciertas. Es una película que te saca de tu zona de confort. Una película que te dice “esto no va a salir como tú crees” solo porque quieras que salga así y sea tu mayor deseo. Porque la vida no es así. Y quizás muchas de las reacciones negativas (y para nada justificable el odio que el director o la actriz Kelly Marie Tran recibieron) fueron por esto justamente.

Muchas veces, la gente suele tener miedo o rechazar lo que no entienden, en vez de hacer un esfuerzo por intentar salir de esa zona de confort. Pero vayamos por partes.


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Si hay una temática con un impacto siempre presente en toda la saga de Star Wars, es la esperanza. Todo empieza con un mensaje de una princesa que envía a la desesperada un mensaje de socorro a un hombre anciano, que lo consigue recibir gracias a un droide que no veía desde hace más de casi veinte años. Y esa misma princesa, atrapada en una nave rebelde a punto de ser asaltada por Darth Vader, envía ese mensaje porque lo único a lo que se aferra es a la esperanza, por muy remota que sea, de poder cambiar la situación y de vencer al Imperio. 

Rian Johnson entiende esta temática en un nivel absolutamente fundamental para esta película. En los tiempos que corren, después del Episodio VII, ¿dónde vas a buscar esa esperanza que tanto necesita la galaxia? Para Rey, Leia, y toda la Resistencia, la respuesta es Luke Skywalker, Maestro Jedi. Si él puede ayudar luchando contra la Primera Orden, quizás, y solo quizás, la Resistencia tenga una oportunidad de sobrevivir. Pero el único problema, es que Luke no está. Y justamente, de eso iba El Despertar de la Fuerza: se basaba también, en la esperanza. Esperanza que no deja de ser prominente en toda la película, y que termina con Rey encontrando en Ach-To a la leyenda de Luke Skywalker.

En un acantilado, Rey extiende su mano al Maestro Jedi, junto con su mítico sable láser. Ese sable laser, que lleva lo que todo el mundo con se oponga a la tiranía de la Primera Orden y que es una reliquia que ha definido tanto al linaje Skywalker: esperanza. Y al mismo tiempo, Rey se encuentra delante de la única persona que ella cree que le puede decir que pinta en todo este vasto mundo, en el que una huérfana de Jakku está rodeada de leyendas y héroes a los que ella ha oído solamente de boca en boca. En el momento en el que Rey le da el sable a Luke, él lo arroja por un precipicio. Sorpresa. ¿O no?

Esta acción a muchos les pareció sorprendente y que sacrificaba un momento emotivo por una risa fácil. Pero no es así. De hecho, es la más lógica. Bien es cierto que se puede pensar y eso es completamente respetable, pero si miramos atrás en toda la saga de Star Wars, Luke realmente no hace algo que ni sea sorprendente, ni que sea gracioso (al menos no para la gente que ha visto todas las películas hasta ese momento). Ese sable de luz, mitificado al igual que Luke Skywalker, ha logrado convertirse en una reliquia a lo largo del tiempo. Luke lo obtuvo de la mano de Obi Wan Kenobi, que le dijo que una vez perteneció a su padre. Ese padre que Luke romantizó como un noble guerrero por las palabras de Kenobi y al que nunca pudo ver por culpa de Darth Vader. Una vez se enfrenta a Vader, este último le mutila la mano, y para colmo, revela que su padre es él. En cuestión de segundos, Luke tiene que hacer frente a la terrible realidad que Obi Wan no le quiso contar, y que, de forma lógica, esa espada laser lo único que hace es traerle malos recuerdos. No solo eso, sino que, de forma completamente sorprendente, Luke tiene la oportunidad de ver ese mismo sable de luz una vez más de la mano de alguien que no conoce y que le implica volver a ser el Jedi que una vez fue.

La reacción más lógica, es de no volver a querer a ver ese sable de luz en la vida. Personalmente, no sé si la gente se esperaba que Luke lo cogiera y dijera “¿contra quién luchamos?”. No tendría ningún sentido respecto a lo que JJ Abrams estableció en la película anterior. Si Luke llega a hacer eso, hubiera sido tan barato y tan superficial que realmente no merecería la pena seguir viendo la cinta porque no te aporta nada nuevo que no hayas visto antes.


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De cierta forma, Los Últimos Jedi cuestiona ese concepto de esperanza que tenemos tan interiorizados los fans de Star Wars. Sabemos que Luke va a terminar por ayudar a la Resistencia, pero necesita una motivación para hacerlo. Nuestra fe se hubiera visto recompensada casi al inicio de la historia y realmente no tendría ningún impacto emocional, ni en el desarrollo de la trama. El hecho que Luke diga “no, me he ido por estas razones” permite cimentar algo mucho más firme y sólido que ya empezó en El Despertar de la Fuerza. Es algo más complejo, más desafiante, y de forma general, algo mucho más convincente y poderoso. 


LA LEYENDA DE LUKE SKYWALKER

Luke, después de tantos años sin saber nada de él, se ha retirado a una isla desierta en el planeta de Ach-To, donde parece que le ha dado una especie de crisis existencial y se ha convertido en un ermitaño. Es el último de la Orden Jedi y después de fracasar y perder a su sobrino Ben al lado oscuro, piensa que lo mejor que puede hacer es que la Orden Jedi se muera con él. Y no es engañar a nadie si después de comparar al Luke de Una Nueva Esperanza junto con el de la cinta de Johnson, ha habido un cambio.

Pero de eso van las historias. De eso va ser humano. De cambiar a medida que pasa el tiempo, a reflexionar sobre conceptos asentados y cosas que damos por hechas. Lo que en inglés se conoce como “character development”. Luke ha visto mucho y ha tenido el tiempo suficiente como para reflexionar y muchas de las conclusiones que saca tienen mucha sabiduría, por muy desafiantes que sean. 


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«¿Qué es eso de terminar con los Jedi? ¿A quien se le ocurre? ¡Si son los héroes que la galaxia necesita! Ese no es mi Luke.» Luke le explica a Rey lo que nosotros ya sabemos:

Ahora que están extintos, los Jedi están romantizados, deificados. Pero si quitas el mito y miras sus obras, el legado de los Jedi es un fracaso. Hipocresía, arrogancia. En el apogeo de sus poderes, permitieron que Darth Sidious crease el Imperio y los eliminara. Fue un Maestro Jedi el responsable del entrenamiento y la creación de Darth Vader.” 

Y razón tiene. Los Jedi, con sus morales contradictorias y creyéndose superiores, fueron derrotados por su exceso de orgullo. No es la leyenda inspiradora tal y como se la contaron a Luke en el Episodio IV, ¿no? Luke, después de tanto tiempo, se da cuenta que, en verdad, ser un Jedi no significa ser “el bueno”. Se dio cuenta que oprimían sentimientos tan naturales como lo son el amor o la frustración, y que promovían ideales iguales de extremos que los que podría transmitir el Lado Oscuro. Y justo como hace Rey, los fans dicen “¡Eso no es verdad!”. Pero lo es. No es quizás la historia que te contaron, ni con la que idolatraste a los Jedi, pero es la verdad. 

Eso es lo que esta cinta hace diferente. Te hace preguntar si todo lo que te han dicho hasta ahora es objetivamente cierto o si te lo están contando desde el punto de vista de un cierto número de personas que se quieren hacer pasar por los buenos de la historia. Luke ha leído sobre eso y además lo ha vivido con Ben por partida doble. De ahí que llegue a la conclusión que lo mejor es terminar con la doctrina Jedi tal y como se la conoce, porque si no es volver a entrar en un círculo vicioso que no termina nunca. Y, de todas formas, aunque Luke volviese a la batalla, no podría cambiar el porvenir de la historia tal y como hizo en el Episodio VI. En ese momento, Luke usó la empatía para hacer volver a Anakin Skywalker.

Anakin nunca quiso convertirse en Darth Vader, fue la conclusión del miedo y posterior sufrimiento al perder todo lo que amaba. Sin embargo, Ben Solo sí que decide convertirse en Kylo Ren. La realidad es que la leyenda de los Jedi, y también de Luke Skywalker, es defectuosa, confusa, e impregnada por el fracaso. No obstante, esa leyenda sirve para algo. Tal y como Rey lo dice: “La galaxia quizás necesita a una leyenda.”


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Las leyendas no son historias, sino que derivan de ellas y sirven para elevar la propia historia. Nuestros héroes y heroínas que tanto admiramos nunca van a ser los que nos imaginamos por las ridículas expectativas que han sido creadas alrededor de su figura. Detrás de cada leyenda hay personas humanas; confusas, imperfectas, y llenas de fracaso. Pero también llenas de belleza, únicas y muy humanas, como Luke Skywalker, Maestro Jedi.

Para Luke, esas leyendas están muertas. Su propio fracaso le pesa demasiado como para dejarlo atrás, pero es la visita de un viejo amigo verde que le hace cambiar todo. Yoda le dice que es verdad que ha fracasado, y a lo grande, además. Pero que, en vez de amedrentarse, ese fracaso tiene que ser algo que le haga más fuerte, y es ahí cuando Luke se da cuenta que tiene que ser esa leyenda que la galaxia necesita: “Tiempo es de que tú veas más allá que un montón de viejos libros”. Luke se da cuenta que tiene que ser ese hombre que se va a enfrentar a toda la Primera Orden con únicamente un sable de luz.


PERO SI LOS JEDI SON UN FRACASO, ¿POR QUÉ ESE REPENTINO CAMBIO DE OPINIÓN?

Gracias a Yoda, Luke se da cuenta que, sí que es verdad que la actual leyenda de los Jedi repose en fracaso, pero no por ello debe porque quedarse así. Luke Skywalker decide exiliarse no porque le de igual la situación en la que la galaxia se encuentra, sino porque le importa tanto que no puede soportar el dolor de saber que todo lo que ocurre es por su culpa. Ha perdido a Ben Solo, a sus estudiantes, a la nueva Orden Jedi, y vive con la culpa de haber fracasado a su hermana y amigo de toda la vida. Tiene que rechazar, al contrario de lo que hizo en El Imperio Contraataca; la llamada desesperada de socorro de sus amigos porque siente que si interviene una vez más las consecuencias serían catastróficas.

Yoda le dice que todo eso no le puede definir, y es ahí cuando Luke se da cuenta que su legado puede ser renovado (con Rey), y su leyenda puede renacer (junto con la Resistencia). Estas dos cosas le pueden permitir cerrar su arco, y escribir otra vez la historia; su historia. Esa historia que necesita la Resistencia y que desprende esperanza allá donde sea escuchada. La historia del Maestro Jedi más legendario de todos los tiempos, luchando contra toda la Primera Orden en una acción pacifista y haciendo uso de las técnicas Jedi más auténticas vistas hasta el momento.

La historia que permite encender (tal y como dice Poe Dameron) “la chispa que encendió el fuego que acabará con la Primera Orden”. La historia que inspira a otros, como el niño de Canto Bight, que mira al cielo, con una escoba en mano, y que al igual que Rey, tampoco tiene sitio en esta historia. La historia de cómo Luke Skywalker se enfrentó a toda la Primera Orden con un solo sable de luz y que permite inspirar a otros. Ese sable de luz azul mítico, que no tendríamos derecho a ver desde el Episodio V, aparece de nuevo porque es el transporte de esperanza que durante toda la saga de Star Wars ha estado presente con todos nosotros.

La historia que nos dice que todo el mundo puede marcar la diferencia, que ahí fuera uno siempre va a tener la oportunidad de ser algo más. La oportunidad de luchar y de labrarse un futuro por sí mismo.


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La chispa de esperanza que tanto busca la Resistencia no está en las regiones desconocidas junto con Luke Skywalker, sino que está dentro de nosotros mismos. Porque el pasado puede doler, pero lo más importante es aprender de él, y no dejar que nos defina.

Esta película hace preguntarnos realmente si los Jedi fueron tan buenos como decían, y, sobre todo, cuestionar todo lo que tenemos interiorizado. Los Jedi, como ya explicaron las precuelas de George Lucas y el propio Luke en esta película, son un fracaso. Tanto a Luke como a los fans se vendió una imagen de ellos como los auténticos protectores de la galaxia, pero realmente son igual de extremistas en muchos ámbitos como los eran los Sith. Pero frente a todo, Luke decide en el último momento renovar ese legado, y ajustarlo a lo que realmente debe ser: pacifistas que no usan la violencia nada más que para defenderse. Justo como hace él en Crait. Su legado es renovado por la leyenda de Luke Skywalker. Maestro Jedi.


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